Para que los turistas no sean importunados por los limosneros que por cientos deambulan solicitando dinero por la zona comercial del centro de la ciudad, los Comisionados de Miami han tomado por unanimidad la resolución de acabar con los pobres desamparados sin hogar ni fortuna, imponiéndoles multas o llevarlos a la cárcel si la policía los sorprende en tal actividad.
Es como el cuento del marido burlado, que sorprende a su esposa acostada en el sofá de la sala con el amante y en vez de botar a su mujer a quien bota es al sofá. La solución de los Comisionados de Miami no es resolver el problema social que representan los desamparados, sino prohibirles que anden por las calles de la ciudad solicitando ayuda por caridad. Da vergüenza que con tantos rascacielos y apartamentos de lujo que tiene Miami, por cada uno de ellos haya un centenar de mendigos pidiendo en las calles una peseta para comer. Persiguiendo a los miserables con la policía no se acaba con- la miseria, digo yo.
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